El daño trae lección acompañado de odio, así que ahora mismo estoy odiándote. Pero ya sabes cual es mi definición de odiar: odiamos aquello que queremos y no podemos tener.
Así que, sí, te odio.
Y ahora yo supondré que todavía no me has olvidado, que a lo mejor, por un casual, volvemos a vernos, y vuelves a mirarme, como lo hacías antes, con cariño, con ternura, con intensidad. Quiero que vuelvas a mirarme, pero viéndome de verdad.
Ojalá entendieras cuánto duele no saber si prefiero que estés bien o que estés conmigo. Ojalá. Pero tal vez debería ser egoísta por una vez en la vida y atarte a mi. Y es que yo no quiero planes, te quiero en la cama contando lunares. Ya sabes, carpe diem. Y que cuando se acabe se acabe para los dos, y podamos seguir cada uno con nuestras vidas sin que ninguno de los dos se ancle al pasado. Eso sería lo justo. (
Supongo que ya no me miras, por que ya no me quieres. Y fíjate que era yo la que no sabía querer, pero aprendí cuando te perdí la primera vez, me di cuenta de que si te quería, pero ese fue el primer error, que tuviera que haber varias veces. Sé que mi manera de querer es extraña, pero tú la hacías bonita con todas esas palabras. Palabras ya perdidas, que se han ido con el viento.
Ja, me lo merezco, por ingenua.